Aún noto el incesante beso del Sol en mi tez.
El leve calor que asciende familiar por mi cintura como si con sus rayos ultravioletas construyera la forma de mi cuerpo, cada una sus curvas. Más que violento, más que sutil.
Aún noto la brisa y el baile del viento por mis vellos de oro.
El agudo sonido que golpea la arena y el mar, ese silencio más que sonoro, más que bello.
Aún noto la persona que era, sus incertidumbres y sus preguntas aún sin responder.
El tierno interrogante que rodeaba mi alma, ese no saber más que buscado, más que esperado.
Nadie logra llegar a nado a la isla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario