domingo, 3 de septiembre de 2017

De-lirios

Con qué vehemencia me lanzo al vacío de mi existencia.
Me rasgo esta mente mía a palabras e ironías sobre la extraña vida que me habita.
El sarcástico sentimiento que fluye por mis adentros se derrama entre mis manos.
Me acusan de escurridiza, de extravagante y lunática, de poesía y lírica, de sensible y crítica, de contraste llevado al extremo. Peco de no tener fundamento.

Con qué vehemencia observo al mundo más allá de sus muros.
Destapo las cadenas terrenales que les atan, me esfuerzo en mirar sus almas, revertirles la calma.
Encuentro demasiadas cosas.
Y me vuelven a acusar. Pecadora de profundidad e idealismo.

Con qué vehemencia escribo y acaricio al papel con ese vicio que solo tienen lo sibaritas.
Adquiero la paciencia de un faquir y el aislamiento del anacoreta.
Me vuelvo cierta y extensa, muda y serena.
Origen.
Introspección.
Vuelvo a ser acusada.

El pueblo la juzga: "¡Quemen a esa bruja! ¡Sus malas artes nos desnudan el alma!"


-El fuego la iluminó aún más. Ella volvió a ganar.-

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