A mi memoria regresan recuerdos de postal, de miradas que besó el viento y de caricias saladas por el mar.
Aún invisibles e intagibles puedo contemplarlos y tocarlos con la sutileza propia de aquello que se atesora con mimo en la memoria.
Ese aire denso y húmedo por la brisa marina, ese canto ahogado del Sol por la añoranza de una inminente despedida. Sus suspiros son las olas de fondo. Ese último abrazo de luz y esa bienvenida a la musa de la noche.
Atardece y los deseos alzan el vuelo.
Nos cumplimos.
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