domingo, 22 de octubre de 2017

Paseando por la costa comenzamos a hablar sobre qúe era el arte.
Un continuo intercambio de opiniones que hacía bello el momento. Sentir la diversidad interior de las personas con solo lanzar una pregunta al aire. Y es que me gusta, amo que reflexionemos sobre todo cuanto vemos y sentimos.

De repente nos quedamos perplejos mirando al mar. El viento era quien tenía la voz más alzada en ese momento. Las agujas de mi reloj se quedaron inmóviles.

Vi cómo la chica de los ojos azules desvió su atención y se giró. Estaba mirándome, mientras tanto yo contemplaba la belleza marítima. Pasaban los segundos y seguía. No era capaz de responder a su mirada, seguí mirando al frente. Los segundos se alargaban perezosos. Pestañeé lentamente y le devolví la mirada. Comencé a ver otro oceáno. Abrió sus labios:
"Es curioso, jamás había conocido a alguien que sientiera el arte como tú"

Bajé la vista, sonreí tímida. Aguardé silente.

Con esos ojos no supe qué decir.

El mar de fondo también era arte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario