rozar con el borde de los dientes
el extraño tacto que tiene tu proyección,
situar mi lengua en el punto exacto,
reconciliarla con mi voz;
pronunciarte.
hablar de números,
de códigos binarios,
hablar de letras,
de leyes derogadas,
hablar de nada,
de cuadernos en blanco,
hablar de todo,
y también de librerías cerradas.
me escondo en todas aquellas cosas
que escalan por los límites
de aquello que sobrevive;
a los días ausentes,
a las nubes que no lloran,
a los niños que no juega,
a las madres yermas.
Me aferro a lo inerte,
a lo banal,
me aferro al sistema
y a su obsesión por lo
carnal.
martes, 27 de febrero de 2018
lunes, 26 de febrero de 2018
El Sol,
tu media sonrisa
esa que invierte las alas
de las guardianas del mar.
La sal,
tus pestañas brindando
con cada parpadeo
por ti, por mí,
por la vida.
el escozor en los labios,
el beso del recuerdo,
la arena tibia;
déjame ir,
suéltame como soltaste
aquellas sábanas
que proclamaron
nuestra libertad,
aquellas que también
fueron refugio de nuestros
deseos,
las que también nos enterraron,
las que hicieron de nuestro cielo.
Suéltame,
déjame ir.
Y si vuelvo,
entenderás por qué el mar
es el refugio de las gaviotas.
tu media sonrisa
esa que invierte las alas
de las guardianas del mar.
La sal,
tus pestañas brindando
con cada parpadeo
por ti, por mí,
por la vida.
el escozor en los labios,
el beso del recuerdo,
la arena tibia;
déjame ir,
suéltame como soltaste
aquellas sábanas
que proclamaron
nuestra libertad,
aquellas que también
fueron refugio de nuestros
deseos,
las que también nos enterraron,
las que hicieron de nuestro cielo.
Suéltame,
déjame ir.
Y si vuelvo,
entenderás por qué el mar
es el refugio de las gaviotas.
lunes, 19 de febrero de 2018
martes, 13 de febrero de 2018
lunes, 5 de febrero de 2018
No era yo el problema
El problema no era el golpe,
ni el insulto,
tampoco el dolor
o la sangre en el piso.
El problema no era la cicatriz en el cuerpo
ni la culpa que sentía,
mucho menos la vergüenza.
El problema no era mi cuerpo
no eran,
ni mis ojos,
ni mi color.
El problema era mi condición
ser mujer, ese era el problema.
No era por como vestía,
Ni por lo que decía.
Era porque así tenia que ser,
porque siempre había sido de esa manera,
porque la abuela le dijo a mi madre que el hombre era Dios
y eso me enseñó ella.
El problema era el mundo,
con sus códigos machistas,
desiguales y violentos,
con sus lenguajes sexistas
y sus morales dobles.
El problema no era mio,
era de todos,
de los que sabían y no hacían nada,
de los que se tapaban lo oídos y desviaban la mirada,
de los que justificaban al hijo,
de los que celebraban la paliza.
El problema no era yo
y tampoco era nuevo,
era falta de memoria,
injusticia,
abandono.
El problema era una historia contada por hombres
y padecida por mujeres;
eran niñas vestidas de rosa para que fueran más puras
y niños pintados de azul para que fueran más rudos,
el problema no era el golpe en la cara,
era el permiso de todos,
el creer que era natural,
el sentir que era bueno,
el tolerar por miedo.
El problema no era el puño
era la herida en el alma
y el silencio.
Jhoana Patiño
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