Ícaro fascinado por el vuelo se elevó desobedeciendo.
Su curiosidad y ganas de conocer eran superior a todo,
debió detenerse, pero no pudo impedirlo, quiso volar más alto,
Ícaro se acercó demasiado al sol,
y así el calor derritió sus alas de cera.
A veces, es mejor no conocer demasiado.
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